miércoles, 6 de julio de 2022

         “ALEA JACTA EST”.  La suerte está echada.

              dijo Julio César al cruzar el bravo rio Rubicón, dice el relato histórico.

Final de la campaña política por la presidencia de la República, más atípica y manipulada por los medios, de los últimos años.

Elaborado por Luzardo Peñate Montes

Respetados ciudadanos colombianos, me dirijo a ustedes, sin ningún distingo de raza, de religión, de estatus económico, de condición sexual que lo identifique, ideología política que profese o cualquier otro elemento que pueda afectar la condición ciudadana y el respeto por la dignidad de cada uno de los coterráneos que vivimos en este país maravilloso o fuera de sus fronteras, llamado Colombia. 

            Colombia ha vivido desde sus más remotos tiempos de invasión y de colonización, de lucha por la independencia y la consolidación de la República, épocas de cruda violencia, o de diferentes tipos de violencias, porque no ha sido la violencia política la única, pero si la constante y el eje transversal de la historia del país.

                Al llegar al momento actual, es necesario entender las disputas, desde los inicios de la República,  entre conservadores y liberales en busca del poder político y económico, soportados estos, en el dominio y la tenencia de la tierra como propiedad familiar; en el momento actual, no es mucha la diferencia entre la llamada, izquierda de hoy ( los antiguos liberales)  y la derecha, (  los  conservadores de ayer) disputándose la visión de sociedad, de patria, de derechos,  de democracia, que con el transcurrir del tiempo terminó en el poder,  en manos de los mismos con las mismas.

¿En qué se diferencian un César Gaviria, de un Uribe y éstos que tienen origen liberal, de un Andrés Pastrana? Todos expresidentes, dueños y señores de partidos o movimientos políticos propios, financiados con dineros del Estado, dineros que son patrimonio de todos los colombianos pero que en la practica solo sirven para proteger los intereses particulares y familiares de cada uno de ellos. Hasta se han aliado para elegir presidente, como fue el caso de señor Iván Duque Márquez, quien fue elegido, sólo para preservar el ejercicio y los beneficios que da el poder a la clase política y sus aliados.

   La alternativa tenía que ser de cambio, de renovación, como es la esencia de toda democracia, sobre todo por la condición histórica dada, el país viene orientado durante los últimos cinco periodos presidenciales por las directrices del llamado “uribismo”, y que se reconoce como partido de ultraderecha.

 En este marco, después de las disputas internas de los diferentes movimientos y partidos políticos, en la cual, ninguno de los partidos tradicionales presentó candidato propio, lo cual podría ser la primera gran derrota de los directores del liberalismo y del conservatismo, aunque éste último, hace más de 20 años no presenta candidato pero que sobre vive con la burocracia que le deja su condición de partido lentejo, de la democracia colombiana.

Surge una nueva  alternativa, bajo la estrategia política, de crear un  Pacto Histórico que reuniera todos los movimientos y lideres de pensamiento liberal de izquierda, en una sólida estructura de ideas, de propuestas,  orientadas por el pensamiento progresista que ofreciera una salida al problema estructural de pobreza de un amplia población, de  equidad de oportunidades, de educación, de salud, de trabajo digno, de combatir la corrupción estatal, la cual ha sido la base para mantenerse en el poder.

Este movimiento lo lideró Gustavo Petro Urrego y a él se unieron diferentes líderes, entre ellos Francia Márquez, quien finalmente se ganó la candidatura a la vicepresidencia y salieron victoriosos en la primera vuelta con una aprobación de 8 millones 500 mil votos de colombianos que vemos en la propuesta del pacto histórico, una salida razonada frente a los grandes y graves problemas por resolver en el país, sin ninguna aventura de socialismo trasnochado sino desde una perspectiva progresista, con la cual hasta el Papa Francisco comulga.     

En el lado opuesto, quizá por efecto de un voto castigo, salió victorioso, el candidato atípico, Rodolfo Hernández, empresario exitoso y acaudalado, cuyo lema ha sido un ataque fuerte a la clase política tradicional, a la cual ha llamado “ladrona”, corrompida, además ha hecho gala de un lenguaje directo, populachero, según el sentir de muchos, propio de la región santandereana de donde es nativo. Ha sido la campaña ganadora a la cual se anexaron diferentes lideres y movimientos de derecha, entre ellos, el uribismo que terminó derrotado con su candidato, Federico Gutiérrez Zuluaga.

El candidato del Pacto Histórico lleva más de 30 años, estudiando la realidad económica y social del pueblo colombiano y los intríngulis del Estado, desde concejal, personero, senador, alcalde de Bogotá, muy criticado y saboteada su administración por un grupo de empresarios de la basura, con el apoyo del procurador Alejandro Ordoñez, la prensa privada, y amigos del uribismo, su principal contradictor. Hoy Bogotá respondió con una alta votación, lo cual contradice la prensa negativa y las redes sociales alimentadas en las bodeguitas, creadas para tal fin.

   El candidato contradictor, ingeniero Rodolfo Hernández, además de rico empresario y un enemigo acérrimo de la clase política, se deduce por “los madrazos e hijuputazos”, como forma para dirigirse a ellos y ninguno le ha respondido, reconoce que es un ignorante de los temas de Estado, se considera un gran ejecutor pragmático y de decisión única por voluntad y autoridad propia. En un Estado democrático, con división de poderes, esa visión de ejercicio del poder presidencial no solo es un fracaso y un verdadero salto al vacío sino en un exabrupto en un mundo civilizado y global, en el cual los presidentes son la imagen pública no sólo del Estado sino de la nación colombiana. De sus improperios no se ha salvado ni la virgen María, con sus vecindarias, de hijas de la gran madre.

Al candidato del Pacto histórico lo tildan los medios de prensa, comenzando por Caracol, tv y radio, RCN, Semana, blue radio, El Tiempo, entre los principales órganos periodísticos privados, de exguerrillero y no dicen que fue amnistiado y con su movimiento participaron en la construcción de la nueva carta política de Colombia de 1991.    ¿Qué fue un mal administrador?, es la crítica que más circula en las redes, pero nadie ve que el alcalde que recuperó el hospital San Juan de Dios y lo entregó como hospital universitario de la Universidad Nacional, el primer centro universitario y de investigación del país con reconocimiento internacional. 

Conclusión, sin menospreciar el deseo de cambiar y atacar la corrupción de la clase política que es lo único que sabe expresar con claridad el candidato Hernández, no ha aceptado debate de ideas sobre asuntos de economía y del Estado porque no las tiene,  y el peor escenario es que los medios de prensa son los que han asumido ese papel, desde la formulación de  “preguntas estúpidas” como el ingeniero las  llamó, hasta las más perversas y mal intencionadas con fines de desprestigiar al candidato como lo ha realizado, la periodista Dávila, en la Revista Semana al servicio de los intereses de sus  dueños y en contra del candidato del Pacto Histórico.  

Prefiero a un exguerrillero ilustrado y conocedor de la realidad del país y con vocación de servicio para transformar las condiciones de pobreza de una sociedad que un hábil empresario, capaz de generar muchas ganancias para beneficio particular pero que no tiene el más mínimo conocimiento de las funciones sociales del Estado.

La invitación es salir a votar en democracia, sin prejuicios, convencidos que el personaje elegido o la opción del voto en blanco es lo que mejor le conviene al país.  Alea jacta est.   

                                                                     Ciudadano Colombiano                                   

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