“ALEA JACTA EST”. La suerte está echada.
dijo Julio César al cruzar el bravo rio Rubicón, dice el relato
histórico.
Final de la campaña política por la
presidencia de la República, más atípica y manipulada por los medios, de los
últimos años.
Elaborado por Luzardo Peñate Montes
Respetados ciudadanos colombianos, me dirijo
a ustedes, sin ningún distingo de raza, de religión, de estatus económico, de
condición sexual que lo identifique, ideología política que profese o cualquier
otro elemento que pueda afectar la condición ciudadana y el respeto por la
dignidad de cada uno de los coterráneos que vivimos en este país maravilloso o
fuera de sus fronteras, llamado Colombia.
Colombia
ha vivido desde sus más remotos tiempos de invasión y de colonización, de lucha
por la independencia y la consolidación de la República, épocas de cruda
violencia, o de diferentes tipos de violencias, porque no ha sido la violencia
política la única, pero si la constante y el eje transversal de la historia del
país.
Al
llegar al momento actual, es necesario entender las disputas, desde los inicios
de la República, entre conservadores y
liberales en busca del poder político y económico, soportados estos, en el
dominio y la tenencia de la tierra como propiedad familiar; en el momento
actual, no es mucha la diferencia entre la llamada, izquierda de hoy ( los
antiguos liberales) y la derecha, ( los
conservadores de ayer) disputándose la visión de sociedad, de patria, de
derechos, de democracia, que con el transcurrir
del tiempo terminó en el poder, en manos
de los mismos con las mismas.
¿En qué se
diferencian un César Gaviria, de un Uribe y éstos que tienen origen liberal, de
un Andrés Pastrana? Todos expresidentes, dueños y señores de partidos o
movimientos políticos propios, financiados con dineros del Estado, dineros que
son patrimonio de todos los colombianos pero que en la practica solo sirven
para proteger los intereses particulares y familiares de cada uno de ellos.
Hasta se han aliado para elegir presidente, como fue el caso de señor Iván
Duque Márquez, quien fue elegido, sólo para preservar el ejercicio y los
beneficios que da el poder a la clase política y sus aliados.
La alternativa tenía que ser de cambio,
de renovación, como es la esencia de toda democracia, sobre todo por la
condición histórica dada, el país viene orientado durante los últimos cinco
periodos presidenciales por las directrices del llamado “uribismo”, y que se
reconoce como partido de ultraderecha.
En este marco, después de las disputas
internas de los diferentes movimientos y partidos políticos, en la cual,
ninguno de los partidos tradicionales presentó candidato propio, lo cual podría
ser la primera gran derrota de los directores del liberalismo y del
conservatismo, aunque éste último, hace más de 20 años no presenta candidato pero
que sobre vive con la burocracia que le deja su condición de partido lentejo,
de la democracia colombiana.
Surge una nueva alternativa, bajo la estrategia política, de
crear un Pacto Histórico que reuniera
todos los movimientos y lideres de pensamiento liberal de izquierda, en una sólida
estructura de ideas, de propuestas, orientadas
por el pensamiento progresista que ofreciera una salida al problema estructural
de pobreza de un amplia población, de
equidad de oportunidades, de educación, de salud, de trabajo digno, de
combatir la corrupción estatal, la cual ha sido la base para mantenerse en el
poder.
Este movimiento lo
lideró Gustavo Petro Urrego y a él se unieron diferentes líderes, entre ellos
Francia Márquez, quien finalmente se ganó la candidatura a la vicepresidencia y
salieron victoriosos en la primera vuelta con una aprobación de 8 millones 500
mil votos de colombianos que vemos en la propuesta del pacto histórico, una
salida razonada frente a los grandes y graves problemas por resolver en el
país, sin ninguna aventura de socialismo trasnochado sino desde una perspectiva
progresista, con la cual hasta el Papa Francisco comulga.
En el lado opuesto,
quizá por efecto de un voto castigo, salió victorioso, el candidato atípico,
Rodolfo Hernández, empresario exitoso y acaudalado, cuyo lema ha sido un ataque
fuerte a la clase política tradicional, a la cual ha llamado “ladrona”,
corrompida, además ha hecho gala de un lenguaje directo, populachero, según el
sentir de muchos, propio de la región santandereana de donde es nativo. Ha sido
la campaña ganadora a la cual se anexaron diferentes lideres y movimientos de
derecha, entre ellos, el uribismo que terminó derrotado con su candidato,
Federico Gutiérrez Zuluaga.
El candidato del
Pacto Histórico lleva más de 30 años, estudiando la realidad económica y social
del pueblo colombiano y los intríngulis del Estado, desde concejal, personero,
senador, alcalde de Bogotá, muy criticado y saboteada su administración por un
grupo de empresarios de la basura, con el apoyo del procurador Alejandro
Ordoñez, la prensa privada, y amigos del uribismo, su principal contradictor. Hoy
Bogotá respondió con una alta votación, lo cual contradice la prensa negativa y
las redes sociales alimentadas en las bodeguitas, creadas para tal fin.
El candidato contradictor, ingeniero Rodolfo
Hernández, además de rico empresario y un enemigo acérrimo de la clase política,
se deduce por “los madrazos e hijuputazos”, como forma para dirigirse a ellos y
ninguno le ha respondido, reconoce que es un ignorante de los temas de
Estado, se considera un gran ejecutor pragmático y de decisión única por
voluntad y autoridad propia. En un Estado democrático, con división de poderes,
esa visión de ejercicio del poder presidencial no solo es un fracaso y un
verdadero salto al vacío sino en un exabrupto en un mundo civilizado y global,
en el cual los presidentes son la imagen pública no sólo del Estado sino de la
nación colombiana. De sus improperios no se ha salvado ni la virgen María, con
sus vecindarias, de hijas de la gran madre.
Al candidato del
Pacto histórico lo tildan los medios de prensa, comenzando por Caracol, tv y
radio, RCN, Semana, blue radio, El Tiempo, entre los principales órganos
periodísticos privados, de exguerrillero y no dicen que fue amnistiado y con su
movimiento participaron en la construcción de la nueva carta política de
Colombia de 1991. ¿Qué fue un mal administrador?, es la crítica
que más circula en las redes, pero nadie ve que el alcalde que recuperó el
hospital San Juan de Dios y lo entregó como hospital universitario de la
Universidad Nacional, el primer centro universitario y de investigación del
país con reconocimiento internacional.
Conclusión, sin
menospreciar el deseo de cambiar y atacar la corrupción de la clase política
que es lo único que sabe expresar con claridad el candidato Hernández, no ha
aceptado debate de ideas sobre asuntos de economía y del Estado porque no las
tiene, y el peor escenario es que los
medios de prensa son los que han asumido ese papel, desde la formulación
de “preguntas estúpidas” como el
ingeniero las llamó, hasta las más perversas
y mal intencionadas con fines de desprestigiar al candidato como lo ha realizado,
la periodista Dávila, en la Revista Semana al servicio de los intereses de
sus dueños y en contra del candidato del
Pacto Histórico.
Prefiero a un
exguerrillero ilustrado y conocedor de la realidad del país y con vocación de
servicio para transformar las condiciones de pobreza de una sociedad que un
hábil empresario, capaz de generar muchas ganancias para beneficio particular
pero que no tiene el más mínimo conocimiento de las funciones sociales del
Estado.
La invitación es
salir a votar en democracia, sin prejuicios, convencidos que el personaje
elegido o la opción del voto en blanco es lo que mejor le conviene al
país. Alea jacta est.
Ciudadano Colombiano