viernes, 18 de julio de 2014


EL COSTO-BENEFICIO DE LA PRUEBA PISA EN COLOMBIA.

Por Luzardo Penate Montes  PhD

Tiros y Troyanos han escrito y analizado los resultados de la prueba PISA, del año 2012 que presentaron 9 mil estudiantes colombianos, ubicados en el rango entre  los 15 a 16 años, sin importar el grado que estuvieran cursando  en instituciones de los sectores, privado u  oficial, del sistema educativo colombiano.    

                Todos los analistas, en su mayoría periodistas apoyados en conceptos de algunos expertos, han cuestionado duramente que de 18 países, que participaron en esta prueba, Colombia, ocupó el deshonroso último lugar pero sólo, para la Ministra de Educación, María Fernanda Campo y la exdirectora del ICFES, Margarita Peña, cuanto se publicaron los primeros resultados relacionados con el uso creativo del conocimiento y la comprensión matemática, no se extrañaron de nada y consideraron que era previsible que sucediera así, dado que en nuestras escuelas y colegios no se imparte enseñanza sobre educación financiera ni el enfoque del currículo apunta al uso y aplicación inteligente del conocimiento sino al manejo erudito de la información. En consecuencia, más bien, podríamos considerar muy valientes a nuestros jóvenes adolescentes que los llevaron a una prueba para la cual nunca estuvieron preparados  y hoy son mostrados como escarnio público del sistema de enseñanza que se sigue.

                En este orden de ideas, veamos qué son las llamadas, Pruebas PISA,  por su nombre en inglés (Program international students  assessment) es un Programa de evaluación internacional de estudiantes de la OCDEC, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, integrada actualmente por 34 países miembros y a la cual aspira ingresar el país y el cual se encuentra en estudio desde el año 2013. Para el proceso de aceptación el  principal requisito es que el país aspirante  liberalice progresivamente los movimientos de capitales y de servicios,  entre ellos, ofrecer una educación de alto nivel de calidad para que su población se pueda insertar productivamente en la economía global  de este siglo. Así que es notorio, como de 34 países miembros, solo 18 participaron en el 2012 de la prueba PISA que se realiza cada tres años con énfasis en una temática previamente definida, la cual incluyó a Colombia, como país aspirante a ser miembro en el año  2009 y nuevamente en el año 2012. Por supuesto en ambas ocasiones los resultados han sido los mismos, ha ocupado los últimos lugares.    

                Los costos para participar en la prueba PISA son de  182.000 euros, pagaderos desde 2013  hasta el 2015 en 4 cuotas  anuales de 45.000 euros ($ 115.115.000, CIENTO QUINCE MILLONES, CIENTO QUINCE MIL PESOS); ese es el valor de los derechos para poder participar en la prueba (Ver OEDEC, requisitos y arreglos para participar en PISA,2013)  considero que   tal decisión ha sido como botar a la basura 460 millones, cuatro  cientos sesenta mil pesos  en total más las otras exigencias que contempla el programa, como la reproducción en físico  de las pruebas, el nombramiento de un Gerente del programa, transportar las pruebas, asistir a 5 encuentros internacionales, obligatorios de preparación, contratar la  logística de aplicación, es decir, conociendo las argucias de la contratación oficial, se  necesitan por lo menos, otros 400 millones para llegar a cabo dicho programa, cuando los resultados eran los esperados, porque nuestros jóvenes no están preparados para  ser exitosos en responder este tipo de pruebas, de acuerdo como lo ha reconocido  reiteradamente, la Ministra de Educación Nacional.        

                La pregunta y sugerencia lógica y sensata es por qué no ordenar la casa por dentro, ejercitar a nuestros  estudiantes, través de la prueba saber nacional  con un modelo y enfoque similar  al utilizado por  la prueba estandarizada PISA;   invertir realmente en educación, ciencia, innovación  y  desarrollo  y en el próximo quinquenio,  preparados ya, por única vez presentar las pruebas, sin que ello signifique que  tener un  sistema  educativo exitoso y competitivo es  porque los estudiantes, ahora si puedan sacar puntajes parecido a los de Finlandia o los de Shanghái.   Ese sólo es  un indicador nada más, la verdadera calidad de la educación se debe visualizar  por  la capacidad de sus gentes para generar desarrollo humano sustentable, expresado en equidad económica, social y cultural,  democracia real, convivencia pacífica  y   protección del ambiente y uso inteligente del conocimiento, entre otros.       

                En consecuencia, la relación de costo-beneficio de las pasadas pruebas, que en  términos de al detal sería de casi ocho  millones de pesos por cada estudiantes aproximadamente, análisis elemental de una buena educación financiera,  si calculamos que todo el programa cuesta en total 460 millones por los derechos de la OCDEC y otros $ 400 millones para su implementación, esto  no solo es un absurdo categórico  sino un verdadero escándolo de contratación al cual nadie se ha referido y  no  por los resultados de los estudiantes, quienes fueron víctimas inocentes de un jugoso negocio internacional, como ya se había denunciado en Chile,  en  la conocida obra, Evaluar las evaluaciones: una mirada política acerca de  las evaluaciones de  la calidad educativa (UNESCO 2003) si no por la forma tan improvisada como se viene realizando  dicha participación, a pesar que la OECED, ofrece materiales y suficiente información para que se preparen los estudiantes, guiados por sus profesores. Sabemos que el Ministerio de Educación carece de respuestas adecuadas para este reto de capacitación de docentes y mucho más palpable para realizar las reformas que el actual sistema educativo demanda.       

                Finalmente, las pruebas PISA, no deben concebirse como una meta de ningún sistema educativo, hay que entenderlas como un instrumento altamente estandarizado que mide un tipo de habilidades que deben ser garantía para que los niños y jóvenes sean ciudadanos aptos para entender la sociedad actual, utilizar el conocimiento y ser  capaces de buscar soluciones creativas a los problemas de una sociedad totalmente globalizada como la que estamos viviendo.     



       

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