domingo, 8 de febrero de 2015

NUEVA REALIDAD DEMOCRATICA EN COLOMBIA CON NUEVOS ACTORES EN LA OPOSICIÓN
Por Luzardo Peñate Montes Ph.D.
                Las pasadas elecciones presidenciales en la segunda vuelta fueron un hecho inédito en la historia política del país y a lo mejor, un ejemplo para otras naciones en el futuro y que vivan circunstancias parecidas a las que motivaron el nuevo escenario de democracia, al cual me quiero referir.         Colombia se precia ser la democracia más antigua de América Latina, lo cual en parte es válido si entendemos por democracia la posibilidad de  realizar procesos electorales libres para elegir los gobernantes pero no es real, si analizamos hoy día, que una  democracia participativa y deliberante, como se estila en el mundo global actual, debe ir más allá de esta práctica cívica,  la cual por sí sola, no indica que se tenga un gobierno  democrático.  Las democracias de referendos que se han inventado los políticos mesiánicos de izquierda y derecha demuestran lo contrario.
            ¿Qué sucedió en el  país, con la reelección del presidente Santos? (el famoso Juanpa del video más comentado en la redes y sin costo publicitario) El candidato-presidente tenía el sol a las espaldas con un desgaste de gobernante poco exitoso en muchos de los programas banderas y de sus famosas locomotoras, algunas de las cuales se percibía estaban en el papel y en las buenas intenciones.
            En términos pedagógicos, era el estudiante que había reprobado cinco materias: reforma de la justicia, de la educación, de la salud, de apoyo al campo y al campesino minoritario, (no a sus antiguos patrocinadores cafeteros con los cuales fue mangui-ancho cuando le hicieron paro) y especialmente lo relacionado con  seguridad ciudadana. Por supuesto, no todo era malo, tenía buena nota en el manejo económico, construcción de viviendas sociales, construcción de infraestructura vial de 4ª generación, disminución del desempleo informal, pero sobre todo se la había jugado por consolidar una de las materias más sensibles de la sociedad  colombiana, desactivar el conflicto armado con la guerrilla más antigua y anacrónica del mundo, llevan más de 60 años “guerrillerando” pero   por el mismo desgaste histórico se convirtieron en   narco guerrilla, como ellos mismos lo reconocieron al incluir en la agenda de la Habana, un capítulo especial de conversaciones sobre este tema.
            Pero este tema no era nuevo, en los últimos cincuenta años no ha habido presidente que no haya combatido a la FARC y al ELN o tratado de dialogar con ellos con mira a encontrar una solución dialogada. El intento del Presidente Pastrana  fue el fracaso más estruendoso, denigrante y frustrante   para   la sociedad colombiana. El interés era más del gobierno que de los actores violentos, ellos querían  solo el  poder.      

            Qué sucedió con la polarización de esta campaña que fue inducida para que se presentara como una disyuntiva entre una propuesta de paz, a partir de los diálogos de la Habana y una oposición para que no continuara dichos diálogos y cambiara las reglas del juego. Pero de tras de esto estaba una visión y forma de entender el fin del conflicto con métodos distintos. De nuevo Uribe fue  el eje de esta disyuntiva.                       

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